Datos personales

domingo, 27 de septiembre de 2009

El asesino del metro

ACTA DIURNA / Septiembre 24, 2009 11:59 PM

Parece el título de una película. Sin embargo no es ficción, no es misterio, no es acción ni mucho menos terror: es la realidad en la Ciudad de México. El asombro del llamado asesino del metro fue tal que la gente que a diario viaja en el Sistema de Transporte Colectivo (Metro) sube y baja con miedo. La violencia no exenta ni al que muchos consideraban como uno de los transportes más seguros para ir a casa, el trabajo o la escuela.

En lo personal utilizo el metro para transportarme, pues mi hogar se sitúa en las inmediaciones de la estación Los Reyes de la línea férrea (A) que corre de Pantitlán a La Paz. La única avenida que me queda cerca es la Zaragoza, la cual está en pésimo estado y siempre hay tráfico, por ende el tiempo que utilizo sería del doble de viajar en pesero o en automóvil. El pasado martes pasé por la línea rosa (1) y por la verde (3) y la cara de “pánico” de la gente era sorprendente. Definitivamente: las personas ya no se sienten seguras en el metro después de lo ocurrido y no por el hecho mismo de asesinar a un policía bancario, a un civil y herir a oras cinco personas, sino por el terror que causan los medios de comunicación, especialmente la “siempre amarillista y oportunista” televisión, la cual desde un principio dedicó la mayoría de su tiempo a un lamentable suceso del que pocos se hubieran enterado si no es que la pantalla chica se aprovecha una vez más de la nota roja que más vende y atrofia a los mexicanos.

Luis Felipe Hernández Castillo, quien “por orden divina” mató a dos personas el pasado 18 de septiembre no recibirá su merecido: sólo irá a la cárcel una pena que en lo personal considero inadecuada para quienes le quitan la vida a una persona. Si bien soy de los que creo que en México debería existir la pena de muerte para violadores, secuestradores y asesinos, pierdo mi tiempo en siquiera pensarlo, pues somos un país tercermundista en el que en los derechos humanos entorpecen más y ayudan poco.

A diario hay asesinatos en todas partes en este país, no debería sorprendernos más un hecho aislado más de los lugares solitarios donde ocurren las masacres más atroces que se hayan hablado o siquiera informado. El acontecimiento del asesino del metro fue uno más de tantos, pero la diferencia fue el toque con el que la televisión informó un suceso que sabría que se vendería como pan caliente y subiría su famoso y disputado rating.

Cuando de aterrorizar se trata, sólo basta prender la tele y sintonizarle a Televisa o TV Azteca, a las cuales muchos capitalinos y mexiquenses le deben agradecer sus pesadillas y su falta de sueño en el metro, el transporte en el que solían dormirse estación tras estación de su largo y pesado peregrinar.

El asesino del metro se encuentra vigilado permanentemente en el Reclusorio Oriente mediante cámaras de circuito cerrado, e incluso tiene guardia de vista, algo que ni un violador, secuestrador o narcotraficante podría soñar.

El asesino del metro está a disposición de un juez y aún espera que se le dicte formal prisión, eso es una reverenda estupidez que sólo sucede en México, los muertitos ya descansan tres metros bajo tierra, sus familias sufren y el asesino la goza sin que se le procese de inmediato. Todo el país sabe de lo ocurrido, lo vio, hay testigos y la tardía justicia mexicana en el limbo. Eso es algo que debe de cambiar.

Algo que todos deberían aprender es de la nobleza de la gente. La familia de Esteban Cervantes Barrera, el civil que fue asesinado en la estación Balderas del Metro, no guarda rencor contra Luis Felipe Hernández, el hombre que le quitó la vida con arma de fuego.

Gerardo, hijo de la víctima, asegura que su padre debió haber sido apoyado por otros ciudadanos, pero “finalmente somos creyentes, creemos que Dios determinó llevárselo”.

Basta ver para creer.

periodistahernandez@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario