Cultura / Domingo 13 de Marzo, 2005
Las primeras cuatro calzadas de la Ciudad de México: Tepeyacac, Iztapalapa (ahora San Antonio Abad), Tlalpan y Tacuba, cumplen este año su aniversario 680, tiempo en el que han sido transitadas por carruajes igual que por automóviles, y en el que han sufrido desde modificaciones físicas hasta cambios de nombre.
“La capital del Imperio Azteca —fundada en el año 1325— tiene desde ese entonces a las calzadas de Tepeyacac, Iztapalapa, Tlalpan y Tacuba. También años más tarde se creó la calle Real y la de Donceles”, refirió en entrevista con Crónica, Julia Martha de la Rocha, curadora y restauradora del Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF).
“Antiguamente la ciudad era un islote de tres kilómetros cuadrados y las calles como tal aún no existían, pero tenían ya puentes de comunicación para trasladarse del lago periférico a la tierra firme de en medio (Tenochtitlán)”, y son las ya mencionadas”, comentó De la Rocha.
Dichas avenidas contaban a intervalos regulares con puentes movibles de madera para permitir la circulación de un lado a otro.
De igual forma confirmó que la primera calle que se hizo en la Ciudad de México fue el Camino Real que pasaba frente a Plaza de la Constitución, misma que ahora lleva este último nombre, aunque la vía de Donceles no se queda atrás y le sigue los pasos para ubicarse como la segunda más antigua del país.
En torno a la designación de los nombres de las calles, la restauradora aseguró que el pueblo era el que los asignaba, en relación con determinada construcción que las identificara o algún suceso notable.
De tal forma, dijo, “si había como referencia una iglesia, la bautizaban con el nombre del templo, o si había una actividad determinada le ponían como tal, como por ejemplo la calle de Moneda, llamada así porque ahí se acuñaba la moneda. Donceles (fue nombrada así) por un colegio prehispánico de doncellas, o bien, si vivía un personaje célebre le daban su nombre”.
Debido a que en la antigüedad el pueblo era el que nombraba a todas las calles, callejones, calzadas y puentes, la capital era un caos, por lo que el ayuntamiento de ese entonces decidió poner orden y crear una nomenclatura para designarles un calificativo adecuado.
El Ingeniero Roberto Gayol fue quien formó la primera nomenclatura —“Gayol”— en la que divide sur, norte, oriente y poniente. Desde el punto de Correo Mayor crear la nomenclatura y entonces ya pone en una acera los números pares y en otra los nones.
El pueblo no aceptó las nuevas reglas, por lo que en 1904 se hizo una comisión de vocabulario para que se retomaran los nombres antiguos pero quitando los ridículos o chuscos, como los del Callejón del Pipis, La Machincuepa, El Refugio, Príncipes y retomando antiguos como Donceles y Tacuba. Así, en 1911 se empiezan a cambiar los nombres de las calles.
La Deliberación de Cabildo de la Sala de comisiones del 10 de diciembre de 1903, redactada por los funcionarios Miguel Quevedo, J. Galindo y Nicolás Mariscal muestra lo siguiente:
“El ayuntamiento opina que el remedio más conveniente y sencillo del actual desorden de la nomenclatura de las calles de la ciudad debe consistir en conservar la antigua nomenclatura ampliándola y perfeccionándola por una Comisión Especial de la propia Corporación”.
También explica que el nombre de las calles que pertenezca a una misma línea, deberá ser uno solo, variando únicamente cuando haya una división bien marcada por el cruzamiento de una avenida o que cambié notablemente de anchura.

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